Tras visita de Rubio Panamá reafirma soberanía del Canal ante presión de EE.UU.
PANAMÁ.- En un escenario geopolítico cada vez más polarizado, el presidente panameño, José Raúl Mulino, salió al paso este domingo para despejar dudas: “La soberanía de Panamá no está en cuestión”. La declaración, contundente y clara, llegó tras una reunión con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, en medio de advertencias del gobierno de Donald Trump sobre una supuesta “influencia china” en el Canal de Panamá.
La cita, celebrada en el palacio presidencial de Las Garzas, marcó un momento crítico para las relaciones bilaterales. Mientras Rubio exigió “cambios inmediatos” para contrarrestar el avance chino en la estratégica vía interoceánica, Mulino defendió con firmeza la autonomía panameña: “El Canal es operado por nuestro país y así seguirá siendo”.
El encuentro estuvo teñido por las recientes amenazas de Trump de “recuperar el control” del Canal, alegando que la presencia de empresas chinas en la zona viola el Tratado de Neutralidad Permanente firmado en 1977. Sin embargo, Mulino descartó cualquier “amenaza real” de una intervención militar estadounidense: “No sentí irrespeto ni clima de controversia. Fue una reunión proactiva”.
El mandatario enfatizó que corresponde a las autoridades autónomas del Canal —no al gobierno central— responder a las inquietudes de Washington sobre la gestión de dos puertos operados por la empresa china Landbridge. “Hay auditorías en curso. Debemos esperar sus resultados antes de actuar”, explicó.
La sombra de Pekín planeó sobre la conversación. Según el Departamento de Estado, Rubio calificó la influencia china como una “amenaza a los intereses de EE.UU.” y advirtió que, sin “cambios inmediatos”, su país tomaría medidas para “proteger sus derechos” bajo el tratado vigente.
Mulino, sin embargo, optó por la prudencia. Además de evitar pronunciarse sobre las auditorías —cuyos resultados podrían redefinir la participación china en los puertos de Balboa y Cristóbal—, anunció que Panamá no renovará su acuerdo con la Nueva Ruta de la Seda, iniciativa global de infraestructura liderada por China. “Priorizamos relaciones transparentes y equilibradas”, subrayó.
Más allá de las tensiones geopolíticas, ambos países encontraron terreno común en la gestión migratoria. Mulino propuso ampliar el pacto con EE.UU. para deportar migrantes en tránsito por Panamá, utilizando vuelos financiados por Washington. Rubio, por su parte, agradeció el apoyo panameño en este tema y elogiò su postura hacia Venezuela: “Admiramos su liderazgo por una Venezuela libre”, destacó el comunicado estadounidense.
Pese a las diferencias, Mulino se mostró optimista: “Abrimos un camino para construir una nueva etapa en nuestra relación”. Para Panamá, el Canal sigue siendo un símbolo de soberanía recuperada tras su traspaso definitivo en 1999. Para EE.UU., en cambio, representa un punto neurálgico en su estrategia de contención ante el avance chino en Latinoamérica.
¿Qué Sigue Ahora?
Mientras tanto, Mulino envió un mensaje tranquilizador a su país: “¿Pueden estar tranquilos los panameños? Yo diría que sí”. Pero en un mundo donde el Canal sigue siendo un tablero de juego global, la partida entre soberanía, poder y diplomacia apenas comienza.