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Mujeres dominicanas en Puerto Rico: Entre el exilio y la esperanza

Santurce, Puerto Rico — Entre el aroma a café recién colado y el murmullo de las palmeras, el barrio de Santurce amaneció este martes con una herida abierta. Tras el operativo migratorio del domingo, ejecutado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), la comunidad dominicana respira entre el alivio y la incertidumbre. Once de sus miembros, siete mujeres y cuatro hombres, eligieron volver a casa con un pasaporte inusual: la esperanza de regresar.

El cónsul dominicano en Puerto Rico, César Cedeño Ávila, confirmó la decisión tras visitar a los detenidos en el centro de Guaynabo. “El que se va voluntario no le dañan su récord”, explicó desde su oficina en Cobian’s Plaza, mientras sostenía una carta consular que funciona como salvoconducto. Para estas personas, cuyas edades oscilan entre los 25 y 40 años, la opción era clara: evitar una deportación con estigma legal o arriesgarse a meses en cárceles de Miami o Atlanta.

Entre lágrimas y maletasDetrás de cada nombre hay una historia. Tres de las mujeres detenidas dejaron hijos en Santo Domingo. Otras llevaban hasta cuatro años en la Isla, tejiendo sueños entre trabajos en restaurantes, salones de belleza y construcciones. “Muchas sostienen a sus familias aquí y allá”, subrayó Elithet Silva Martínez, catedrática en Trabajo Social, mientras recordaba el estudio Quisqueya en Borinquen 2023, que revela una paradoja: aunque las dominicanas en Puerto Rico son más educadas que hace dos décadas, hoy son más pobres y enfrentan brechas salariales abismales.

El temor que se expandeMientras el vuelo de retorno se retrasaba este martes, el miedo ya había contagiado a Santurce. En un negocio local, donde laboran haitianos, panameños y colombianos, el dueño —bajo anonimato— confesó a El Vocero que de 40 empleados dominicanos, casi la mitad no volvió a trabajar. “Dicen que no regresan”, susurró. Las redadas, reforzadas por las ocho órdenes ejecutivas migratorias de Donald Trump, han convertido calles antes vibrantes en escenarios de desconfianza.

La sombra de las políticasLas nuevas medidas no solo buscan deportar: fracturan redes comunitarias. Para las mujeres sin estatus legal, el riesgo es doble. Según el consulado, algunas llegaron a Puerto Rico huyendo de la violencia de género o la pobreza en República Dominicana, solo para encontrarse con techos de cristal laborales y ahora, la amenaza de ICE. “Son parte de nuestra comunidad”, insistió Silva Martínez, mientras abogados locales preparan talleres sobre derechos migratorios.

¿Y mañana?Aunque los 11 voluntarios evitan un récord criminal, su futuro pende de un hilo. Regresarán a un país donde el 30% de la población vive bajo la línea de pobreza, según el Banco Mundial. Mientras, en Puerto Rico, sus ausencias ya se sienten: menos manos para cocinar mofongo, menos voces en las misas de los domingos.

El consulado dominicano no descarta más vuelos. Pero hoy, entre cifras y políticas, queda claro que detrás de cada deportación hay un relato de resistencia. Y en Santurce, donde el sol playero se mezcla con el cemento, la pregunta flota en el aire: ¿cuántas historias más quedarán truncas antes de que la marea cambie?

FUENTE: https://www.diariodigital.com.do

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