Evitar el conflicto bélico entre República Dominicana y Haití: Un deber de sensatez y previsión
Santo Domingo.- La relación entre República Dominicana y Haití es como una cuerda tensa, con la historia y la geografía como testigos incómodos. La actualidad muestra una escalada en esta tensión, exacerbada por disputas fronterizas y luchas por recursos naturales como el agua. Pero, ¿cuán cerca estamos de un desenlace catastrófico?
El análisis de expertos en conflictos bilaterales sugiere que, pese a las tensiones actuales, una guerra a gran escala entre ambos países es improbable. Sin embargo, los elementos existen para que un provocador externo utilice la crispación como una mecha para encender un conflicto mayor. Haití, aunque no posee un ejército formal, tiene grupos armados que podrían convertirse en "patriotas" bajo ciertas circunstancias, añadiendo una dimensión más compleja al ya complicado tablero.
El cierre del paso fronterizo, que es tanto una arteria comercial como un espacio de intercambio cultural, no hace más que poner en evidencia las ramificaciones económicas de esta tensión. La falta de actividad, especialmente en los días de mercado binacional, podría ser un golpe económico para comerciantes y consumidores de ambos lados de la frontera.
El caso más reciente de conflicto —la construcción de una toma de agua que República Dominicana pide detener— es un claro ejemplo de cómo pequeñas chispas pueden incendiar una situación ya delicada. La suspensión de visas y el cierre total de la frontera, medidas implementadas por el Gobierno dominicano, son tácticas que ponen presión pero también podrían acorralar a las partes en posiciones más extremas.
La diplomacia debe jugar un papel crucial en este momento, buscando una solución dialogada a los conflictos. Además, es imperativo que las autoridades dominicanas mantengan una vigilancia estricta en la frontera para evitar caer en provocaciones que podrían llevar a un enfrentamiento armado. Nada justifica una escalada de este tipo, y en este juego de tensiones, la prudencia y el diálogo son nuestras mejores armas.