Adiós al Hilton español
Se ha ido al cielo el más grande, nuestro emperador. Escarrer le dijo a su amigo José Antonio Tenza que el día de mañana sería el Hilton español. Y a fe que lo consiguió. Fe, su guía en la vida profesional y en la personal. No hubo otro hotelero que reuniera como él la perseverancia, el olfato y la capacidad trabajadora. Presumía de ser el primero en llegar y el último en cerrar la persiana. También de ser muy pragmático.
Miguel Codolá, líder de todos los notables, lo bautizó como el emperador. Y con este sobrenombre lo llamaban Fluxá, Reyero, Miralles, Gimena, Carrasco, Codolá hijo y un reducido grupo de amigos, conocidos y colegas. Nunca se arredró ante los que atacaban al sector. Tuvo duras polémicas públicas con alcaldes, presidentes, ministros y con todos los cargos que cuestionaron la industria del bienestar.
Fue el primer hotelero mallorquín en dar al salto a la península. Y el primero de la expansión internacional. De Bali regresó con una enseñanza: no creerse en el Rey del Mambo. A Rainieri y al firmante les dijo en el Paradisus Palma Real — semanas antes de la pandemia—que siempre tuviéramos los pies en el suelo. El pionero de Punta Cana admiraba a Escarrer por encima de todos los demás. Lo mismo sentía Miguel Fluxá, al que consideraba su maestro.
La valentía fue otra de sus características más destacables. En cierta ocasión se levantó de una reunión en Puerto Rico al poco de que su interlocutor pusiera una pistola encima de la mesa. Nunca se rendía e imponía su fuerte personalidad. Escarrer Juliá era amigo de sus amigos y jamás se olvidó de los que le ayudaron, ricos o pobres. Se codeaba con los más vips del mundo, pero se sentía feliz al lado de Pepe Linares, de Pepe Caldentey, de Elicio Amez. Su enfermedad, que lo tuvo más de medio año en la UCI, la llevó con una entereza extrema.
Su trayectoria profesional será tenida en cuenta en universidades y escuelas. Una vida de éxito y de una ambición controlada. No ocultó su religiosidad, pero sí las ayudas que hizo durante décadas a las monjas. Se sentía muy mallorquín y español. Su equipo fue el Barcelona hasta los sucesos del 17 de octubre. Hombre de refranes. Uno de sus preferidos era “a tal señor, tal honor”. Disfrutaba del almuerzo navideño de Fluxá y de las canciones de José Luis Bonillo y su guitarra. Fluxá, Subías y el firmante lo visitaron por última vez el 9 de septiembre. Está arriba a la vera de Dios, no lo duden.